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  • Seg n Buitrago en Centroam rica prevaleci o

    2019-05-24

    Según Buitrago, en Centroamérica prevaleció o fue determinante el último componente de la dsn proveniente de Estados Unidos. Es muy factible que quienes afirman que “la adopción y adaptación de la dsn en Guatemala anticiparon las de otros países de América Latina” aludan ursolic acid esa omnipresencia de Estados Unidos —por demás significativa en la región— en detrimento de los otros componentes de la dsn sudamericana que hemos señalado. De hecho, Susanne Jonas indicó que Guatemala fue un laboratorio de contrainsurgencia para América Latina, así los Boinas Verdes desde 1966 consignaron un fuerte papel de sus técnicas “contraterrode 1984, pp. 4-10; Oscar Hugo Álvarez Gómez, “Seguridad Nacional y la política de Desarrollo Nacional”, en Revista Militar, septiembre-diciembre de 1984, pp. 5-9. ristas” utilizadas en Vietnam, así como del asesoramiento, entrenamiento y ayuda norteamericana en general en materia de seguridad. Sin embargo, a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta aparecen otras procedencias dignas de investigar. Según Mérida, Estados Unidos no entrenó a los oficiales guatemaltecos (y a otros latinoamericanos) en la guerra contrainsurgente en la Escuela de las Américas. Gustavo Porras también sugiere esa dirección. Afirma que la contrainsurgencia guatemalteca durante esos años fue mucho más calcada de la guerra de Argelia, librada por los franceses gracias a la formación militar francesa de Benedicto Lucas García, que de la contrainsurgencia estadounidense. Lo más significativo aparece en el Manual de Guerra Contrasubversiva de Guatemala, elaborado a comienzos de los años ochenta, el cual consignó que para su elaboración se consideraron las experiencias de Argentina, Francia y Perú. Es un corpus muy interesante, por cuanto define al enemigo interno por la llamada “‘Guerra Revolucionaria’ y la subversión en el país” de tesitura francesa.
    La dictadura militar argentina nunca se limitó a aplicar los postulados de la doctrina de seguridad nacional al interior del país, puesto que, al igual que los militares brasileños, concibieron la seguridad en términos ideológicos y hemisféricos. Para Osiris Villegas, el comunismo era una ideología supranacional que había evolucionado del concepto de guerra total al de guerra integral. Él afirmaba que el teatro de guerra era uno solo y universal; que América se había constituido “en un ‘volcán activo’, en donde las fuerzas que promueven la guerra revolucionaria comunista se acrecientan día a Up promoter mutations día en su resuelto accionar contra las repúblicas latinoamericanas”; y que por eso apremiaba “la necesidad de defender nuestra herencia cultural y los ideales de democracia y libertad” en una estrategia que no debía reducirse al plano nacional, sino que debía estar integrada en un orden regional y mundial. Así las “Bases” de la dictadura militar argentina reiteraban “la ubicación internacional en el mundo occidental y cristiano”. La defensa de la “civilización occidental” fuera del país y la definición de la “seguridad nacional”, como un proyecto internacional que reconocía fronteras ideológicas y no territoriales, constituyeron parte de las premisas de la Operación Cóndor. Esos postulados fueron más allá durante la administración de Carter, al punto de poner en el tapete el tan prestigioso principio de no intervención con la participación argentina en el golpe de Estado boliviano y en la contra nicaragüense. Nuestra investigación, aún en curso, recupera las hipótesis de Ariel Armony, quien afirmó que los perpetradores de la “guerra sucia” en Argentina trasladaron a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta su modelo de represión masiva a América Central. A su juicio, Argentina decidió “ocupar el lugar de los Estados Unidos en la lucha hemisférica contra el comunismo” cuando la subversión ya no se percibió como una amenaza seria en el ámbito interno.