Archives

  • 2018-07
  • 2018-10
  • 2018-11
  • 2019-04
  • 2019-05
  • 2019-06
  • 2019-07
  • 2019-08
  • 2019-09
  • 2019-10
  • 2019-11
  • 2019-12
  • 2020-01
  • 2020-02
  • 2020-03
  • 2020-04
  • 2020-05
  • 2020-06
  • 2020-07
  • 2020-08
  • 2020-09
  • 2020-10
  • 2020-11
  • 2020-12
  • 2021-01
  • 2021-02
  • 2021-03
  • 2021-04
  • 2021-05
  • 2021-06
  • 2021-07
  • 2021-08
  • 2021-09
  • 2021-10
  • 2021-11
  • 2021-12
  • 2022-01
  • 2022-02
  • 2022-03
  • 2022-04
  • 2022-05
  • 2022-06
  • 2022-07
  • 2022-08
  • 2022-09
  • 2022-10
  • 2022-11
  • 2022-12
  • 2023-01
  • 2023-02
  • 2023-03
  • 2023-04
  • 2023-05
  • 2023-06
  • 2023-07
  • 2023-08
  • 2023-09
  • 2023-10
  • 2023-11
  • 2023-12
  • 2024-01
  • 2024-02
  • 2024-03
  • 2024-04
  • br Se al como tercer

    2019-04-29


    Señalé como tercer momento en los estudios sobre la tradición literaria uitoto, las interesantes compilaciones que registran los cantos rituales con la forma de la escritura alfabética. Además del multipremiado libro Tabaco frío y coca dulce. Palabras del anciano K+nera+ de la Tribu Cananguchal para sanar y alegrar el corazón de sus huérfanos. Recientemente apareció la obra colectiva Jagag+a+. Hilo y aliento de los ancestros. Antología de canastos de los hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, editado por tres sabedores uitotos. Lo que los distingue de otras compilaciones de mitología es la reflexión que hacen sus autores y editores en torno al hecho y los efectos de transferir textos enmarcados por soportes verbales, acústicos, visuales y táctiles ion channel la forma fija (y hasta cierto punto inerte) de la escritura alfabética. Existe ya una tendencia a interpretar estas compilaciones de textos, no tanto como una fuente para desentrañar el simbolismo cultural de las etnias autoras, sino como códigos para el buen vivir, es decir, como una documentación de la moralidad que debería prevalecer en adelante: Pero no sólo los ancianos cantadores registran alfabéticamente y reflexionan sobre su patrimonio literario. Anastasia Candre Yamakuri estudia el origen y el desarrollo del ritual de yuak+, o ritual de las frutas, a partir de sus recuerdos de lo que hablaba su padre, Lorenzo Candre, en el patio del tabaco y la coca cuando ella era pequeña. Es interesante destacar que la versión original del texto fue escrita en lengua uitoto y por una mujer. “El texto que presentamos es único […] se distingue de [otros] porque no es una transcripción sino una producción textual escrita y que, además fue hecha por una mujer indígena.”
    En la primera parte del texto indicamos las razones históricas y teóricas que nos llevaron a estudiar su pensamiento. En un segundo momento organizamos sus aportes en torno a la categoría fetichismo, de fuerte cuño marxista, vinculándola con procesos sociopolíticos de la historia del continente. Señalar y distinguir los múltiples procesos de fetichización supone hacerlo desde un determinado modo de comprender la función de la crítica y de la utopía. Posteriormente nos abocamos a examinar una reflexión insinuada por el autor en su etapa chilena, que luego abandonó. Estamos convencidos que dicha reflexión leída desde el actual contexto latinoamericano y mundial es susceptible de ser retomada, dada las metamorfosis del capitalismo contemporáneo que lo hacen eficaz en sus modos de dominación. Su recuperación nos permitirá señalar algunos desafíos para profundizar praxis colectivas críticas de los modos de legitimación del capitalismo.
    El capitalismo contemporáneo logra imponer su legitimidad a partir de la cooptación de los deseos, gustos, pasiones y emociones de los sujetos corporales. Actúa y seduce ofreciendo algo. El capitalismo globalizado funciona como promesa que no es don, sino merecimiento que se alcanza sacrificando el cuerpo que somos. Se trata del autosacrificio exigido para “merecer algo”, en tanto ascética como condición para el premio-salvación llamado ahora salario o ganancia; y del sacrificio de los demás en tanto explotación de los cuerpos. Así, el cuerpo sacrificado es la condición sine qua non para participar del banquete capitalista, salvo un detalle no menor:… sin cuerpo, no hay banquete. Y el sacrificio es negación del cuerpo. El sacrificio es cuerpo abstraído y trascendentalizado como ética, moral, proyecto de vida, vocación y vida (burguesa). He aquí su carácter perverso. En 1971, producto de un seminario organizado por Norbert Lechner, Hinkelammert escribe un artículo titulado “La situación de la sexualidad dentro del materialismo histórico.” ¿Por qué, a Centrioles pesar de sus contradicciones, el capitalismo “no explota en una crisis final”?, ¿cómo logra estabilizarse y camuflar así “sus antagonismos sociales”? Son las preguntas que subyacen en aquel opúsculo. En otras palabras: si el capitalismo es tan inhumano, ¿por qué no se lo combate? Y nuestro autor ensaya una posible causa: la represión de los instintos y la interiorización de valores capitalistas. El autoritarismo capitalista invade no sólo las relaciones mercantiles, sino a las mismas relaciones sexuales. Tal explicación posee cierto aire familiar con las explicaciones de Herbert Marcuse y Wilhelm Reich, además de Marx y Engels. Pero la pregunta surge en un país del Tercer Mundo —Chile— y en una situación histórica en la que “las masas trabajadoras se encuentran en lucha organizada por la toma del poder”. Esa lucha supone la destrucción de las relaciones autoritarias, impuestas por el modo de producción capitalista, presentes también en las relaciones sexuales. El texto referenciado vino a confirmar las hipótesis que junto a Gustavo Cruz y Oscar Pacheco elaboramos hace un tiempo: no habría posibilidad de superación del capitalismo sin desmantelar sus modos de colonizar la sensibilidad humana. Donde Hinkelammert dice sexualidad, nuestra cooperativa de pensamiento dirá “sensibilidad”. Según Hinkelammert, las relaciones sociales capitalistas organizan los instintos y la sexualidad de tal modo que éstos aparecen como totalmente autónomos. La racionalidad del tener logra un poder extraordinario de conformidad y adhesión no sólo ideológica sino más aún: “afectiva”. Se trata de una seducción sin goce. Así, no sólo se instrumentaliza al otro sino también al “propio cuerpo y alma”. Si hay goce, sólo puede serlo como agresividad. Es el acto de gozar con la misma destrucción del otro… “Cuanto mayor la necesidad del valor de uso, mayor el goce de su negación”.