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    2018-11-03

    Ahora bien, para empezar pgds inhibitor abordar el tema es necesario desentrañar qué se entiende por cultura en el marco pgds inhibitor de las discusiones entre derechos de las mujeres y cultura. Como indica Engle Merry en su libro Derechos humanos y violencia de género, “aunque cultura es una palabra que está en labios de todo el mundo, rara vez se reflexiona sobre qué se quiere decir cuando se usa” y, en realidad, “tiene muchos significados en el mundo contemporáneo”. 1. Una primera forma en que se utiliza el término cultura en el marco de las discusiones entre derechos de las mujeres y cultura es para referirse a la existencia de ciertos patrones socioculturales de conducta basados en la idea de la inferioridad del sexo femenino o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres, patrones que subsisten en todas las sociedades del mundo. Un ejemplo de ello es que “en el informe de Uruguay al Comité de Supervisión de la Convención de las Mujeres [en el 2000], el Estado lamentó que no hubiera más mujeres que participasen en política, pero lo achacó a las tradiciones culturales [...]”. Allí el término cultura se usó como una excusa para indicar que, a pesar del reconocimiento formal de los derechos de las mujeres, estos no tienen efectividad, no debido a la intención del Estado, sino debido a la “cultura”. Este conflicto entre los derechos de las mujeres y la cultura ya está resuelto porque un derecho a la subsistencia o al respeto de la “cultura an- drocéntrica o patriarcal” es algo que definitivamente no existe jurídicamente y que nadie reivindica, al menos en esos términos. Los estados tienen la obligación de eliminar estas prácticas socioculturales por todos los medios posibles y no pueden justificar la falta de efectividad de los derechos de las mujeres en la existencia de estas prácticas socioculturales; por el contrario, tienen el deber de actuar para eliminarlas. Por ejemplo, Dinamarca, frente al mismo obstáculo planteado por Uruguay —la falta de participación de las mujeres en la política a pesar del reconocimiento de sus derechos políticos—, no asumió una actitud pasiva, sino que “ofreció financiación para compensar los gastos de contratar cuidadoras para los niños cuando las mujeres acudiesen a conditioned response reuniones”. 2. Una segunda forma de referirse a la cultura en el marco de los conflictos entre derecho de las mujeres y la cultura es cuando se entiende la cultura como lo opuesto a la “civilización”. Cultura es entonces lo que gobierna la vida en los países en vías de desarrollo, no en los desarrollados; en las zonas rurales, no en las urbanas; en las comunidades minoritarias, no en las mayoritarias. Como señala la autora antes mencionada, “Cuando aparece [la cultura] en las discusiones relativas a los países europeos o Estados Unidos, se refiere [solamente] a la forma de vida de las comunidades inmigrantes o minorías raciales”. Aquí el término no se usa para defender la diversidad cultural de los países en vías de desarrollo, de las zonas rurales o de las comunidades minoritarias, sino en un sentido negativo, para indicar que “esas culturas” no reconocen o practican la igualdad entre hombres y mujeres, por lo que no pertenecen al mundo “civilizado” y para entrar en él deben garantizarles sus derechos. Este uso del término cultura —como lo opuesto a la civilización—, aunque se revista de un ánimo de lucha a favor de los derechos de las mujeres, resulta sumamente contraproducente porque los miembros de “esas culturas” lo asumen como un ataque y como respuesta se esfuerzan por mantener intactos los rasgos que los diferencian del mundo “civilizado”, rasgos dentro de los cuales incluyen ciertas desigualdades sexuales, generando un rechazo inmediato a cualquier progreso en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Asímismo, esta acepción da la impresión de que el reconocimiento de los derechos de las mujeres es una bandera del mundo “civilizado” que debe imponerse al resto, lo que recuerda al colonialismo y al imperialismo con resultados verdaderamente nefastos para las mujeres, más aún en el contexto político mundial actual.