Archives

  • 2018-07
  • 2018-10
  • 2018-11
  • 2019-04
  • 2019-05
  • 2019-06
  • 2019-07
  • 2019-08
  • 2019-09
  • 2019-10
  • 2019-11
  • 2019-12
  • 2020-01
  • 2020-02
  • 2020-03
  • 2020-04
  • 2020-05
  • 2020-06
  • 2020-07
  • 2020-08
  • 2020-09
  • 2020-10
  • 2020-11
  • 2020-12
  • 2021-01
  • 2021-02
  • 2021-03
  • 2021-04
  • 2021-05
  • 2021-06
  • 2021-07
  • 2021-08
  • 2021-09
  • 2021-10
  • 2021-11
  • 2021-12
  • 2022-01
  • 2022-02
  • 2022-03
  • 2022-04
  • 2022-05
  • 2022-06
  • 2022-07
  • 2022-08
  • 2022-09
  • 2022-10
  • 2022-11
  • 2022-12
  • 2023-01
  • 2023-02
  • 2023-03
  • 2023-04
  • 2023-05
  • 2023-06
  • 2023-07
  • 2023-08
  • 2023-09
  • 2023-10
  • 2023-11
  • 2023-12
  • 2024-01
  • 2024-02
  • 2024-03
  • 2024-04
  • En este contexto resulta til evocar la reconstrucci

    2018-11-01

    En este contexto resulta útil evocar la reconstrucción que realiza Clare Hemmings (2011) del modo en que la teoría de género ha desplegado su propia narrativa en las últimas décadas. Según la feminista británica la narrativa de progreso propia de la segunda ola, fue reemplazada por la de la pérdida –encarnada por la versión posmoderna o de tercera ola- y, finalmente, por la del retorno centrada en “combinar las lecciones del feminismo posmoderno con la materialidad de la corporización” (Hemmings 2011: 5). En este marco las teorías de género posestructuralistas —sostenidas en un intenso rechazo al esencialismo— suelen ser acusadas de encarnar procesos de despolitización enmarcados en el relativismo. Entendemos que planteamientos como los de Ahmed y Berlant aplican una matriz crítica heredera del giro lingüístico —en tanto insisten en la naturaleza construida de los afectos cyclin dependent kinase través de convenciones como el lenguaje— incorporando al debate un elemento que, como el afectivo, remite en algún punto a una materialidad que impacta en forma directa sobre la vida pública. No se trata por cierto de afirmar que el lenguaje no lo haga —estaríamos negando su dimensión pragmática—, sino que nos enfrentamos aquí a propuestas ambiciosas que intentan dar cuenta también de la dimensión material en forma explícita. Materialidad que, ahora, deja de ser pensada en términos de una instancia estable, pero que a la vez está seriamente comprometida con evitar su mera exégesis y romantización. Para Berlant —como para la antropología de las emociones desplegada por Catherine Lutz (1988) o los desarrollos sociológicos de Arlie Hochschild (1983)— los afectos son construcciones sociales, pero no por ello dejan de ser un elemento que excede lo meramente lingüístico para estar profundamente enlazados con la lógica de lo corporal. Tampoco un reservorio para la autenticidad. Se trata, más bien, de un espacio que intenta convertirse en punto de partida para revisar las concepciones tradicionales de la subjetividad; y con ello la propia lógica de la esfera pública. A partir del planteamiento de lo que aquí hemos bautizado versión crítica del giro afectivo, particularmente en la lectura que ofrece Berlant, se abre la posibilidad de sostener ciertas premisas propias del posestructuralismo —especialmente en lo que hace a precipitation su marca sobre la teoría de género—, sin hacer a un lado la cuestión de la materialidad corporal. Tal como hemos visto en los tres ejes presentados en esta última sección, llevar a debate los afectos —que son, en definitiva, estados del cuerpo— implica sacar a la luz una dimensión que cumple un papel central en la constitución y despliegue de la esfera pública. Hacerlo desde perspectivas como la de Berlant permite encarar ese análisis, no como un rechazo al giro lingüístico sostenido en un apego ingenuo a la materialidad en tanto algo dado. Tampoco como un recurso hacia un ámbito misterioso y sacralizado al estilo de Massumi. Se trata, más bien, del reconocimiento de las consecuencias de llevar varias de las premisas del posestructuralismo al ámbito de lo corporal •
    a idea de convertir en una editorial para publicar libros es antigua. Y siempre se ve un poco amenazada por el principio de realidad. Pero, como lo demuestra este libro, publicado por Océano y , que es el tercero de una seguramente muy larga serie de volúmenes, el principio de realidad no ha sido nunca un obstáculo demasiado serio para los planes de Marta Lamas.
    unque existe un subregistro en la magnitud de la ocurrencia de abortos inseguros, de acuerdo a datos de 2011, se estima que cada año se realizan en el mundo 22 millones de procedimientos de este tipo, lo que produce discapacidades a cinco millones de mujeres en edad reproductiva y la muerte de alrededor de otras 47 000 (). Informes recientes (; ) indican que en cinco países latinoamericanos el aborto se criminaliza en forma total. Esto significa que no se permite llevarlo a cabo ni bajo circunstancias extremas, como cuando está en peligro la salud o la vida de la mujer, cuando existen malformaciones en el feto incompatibles con la vida extrauterina o cuando el embarazo es consecuencia de una violación.